viernes, 13 de diciembre de 2013

16 al 19 de octubre de 2.013.- Florencia, Pisa y Venecia.

Primer día en Florencia (16/10/13).-


Partíamos de Roma con unas previsiones del tiempo que daban lluvia en Florencia hasta las 2 de la tarde, por lo que nuestras primeras horas allí debería estar pasadas por agua. Pero el tiempo, tan clemente con nosotros durante todo el viaje, cambió antes de lo previsto y cuando a media mañana entrábamos en la estación florentina de Santa María de la Novella las últimas nubes abandonaban precipitadamente la ciudad y dejaban un día soleado y azul.

 La monumentalidad y la historia son a Roma lo que la elegancia y el buen gusto son a Florencia. De Florencia yo destacaría tanto su monumentalidad y tesoros artísticos como su cuidado urbanismo.



La mañana del 16 de octubre tomábamos un tren de "Alta Velocità" para desplazarnos a nuestro segundo destino en Italia: Florencia.
Muy cerca del hotel nos encontramos con el principal tesoro de Florencia: El Duomo o Catedral.


El templo está dedicado a Santa María del Fiore.
La inmensidad del templo puede apreciarse cuando entras en su interior, en el que su sobriedad gótica contrasta con su exuberante aspecto exterior.


La cúpula de Brunelleschi mide más de 40 metros de diámetro, pesa 37 toneladas y contiene más de 4 millones de ladrillos. Su altura supera los 100 metros.



El Campanile de Giotto impresiona tanto por su belleza como por su esbeltez. La estrechura de los diferentes tramos de escaleras hacen que la subida sea dura y angustiosa.

En las fotos que siguen os ofrecemos las vistas que se van disfrutando desde el Campanile a medida que avanzas en la subida.




El ascenso a la cúpula tiene dos rellanos para descansar. Esta foto está realizada desde el segundo de esos rellanos. Me hizo sentirme todo un héroe el aguantar con los pies sobre esta reja el tiempo necesario para conseguir enfocarla convenientemente.

El Baptisterio tiene su principal foco de interés en la puerta del Paraíso, que así es como la llamó Miguel Angel cuando la vio. La puerta siempre está rodeada por grupos de turistas, pero con un poco de paciencia logramos llegar a primera fila y realizar las fotos siguientes, en las que se puede apreciar mejor algunos detalles de esta gran obra de Lorenzo Ghiberti.


Ya habíamos visitado los monumentos catedralicios de Florencia, pero nos resistíamos a abandonar aquel lugar y anduvimos por allí haciéndonos algunas fotos más antes de buscar nuestro siguiente destino.


Sin dejar de volver la vista hacia atrás de vez en cuando, empezamos a pasear por las calles florentinas, admirados por su acertada conservación.



Ya por la tarde, después de hacer un alto para comer en una trattoría que encontramos al paso, llegábamos a la plaza de la Signoría, presidida por el Palacio Vecchio, aunque con más tesoros arquitectónicos ante los que quedarse prendado.

La Fuente de Neptuno es otro de los principales reclamos turísticos de la plaza.
Vista general del Palacio Vecchio.
La Logia de la Signoría es una galería de arte a la intemperie, cuyas obras principales pueden ser El Rapto de las Sabinas, de Giambologna...

... y el Perseo, de Cellini.
Junto a la entrada del Palacio Vecchio hay otra colección de estatuas impresionantes, siendo quizás la que más llame la atención esta copia del David de Miguel Angel, situada donde en su día estuvo el original.
De la belleza del interior del Palacio Vecchio me quedo con la sala del Cinquecento.


Aunque todo en este museo es admirable.

¿A que esta foto no está nada mal teniendo en cuenta que está hecha con mi móvil?


La tarde empezaba a caer y nosotros iniciábamos un nuevo paseo que nos llevaría a otro de nuestros destinos más esperados de aquel día...

...El puente Vecchio, un puente edificado tan curioso como bonito.


Llaman la atención los lungarni o calles porticadas que corren junto a la ribera del río Arno. Antes de entrar en el puente paseamos un poco por este, llamado Lungarno degli Acciaiuoli.



Interior del puente Vecchio. Desde 1.593 todos los comercios instalados allí están dedicados a la joyería. Anteriormente era el gremio de los carniceros el que monopolizaba la explotación comercial del puente, pero fueron expulsados al dejar de pagar sus tributos. Por cierto, dicen que de una circunstancia que se daba en este puente procede la palabra bancarrota, pero no me voy a enrrollar explicándoosla ahora.
El puente Vecchio nos ofreció estas dos vistas del atardecer sobre el río Arno.

Cruzamos el puente y dimos un paseo por la margen contraria del río, realizando las siguientes fotos, ya anocheciendo.




Regresamos al hotel, nos arreglamos y fuimos a cenar a La Fontecine, un restaurante que nos había recomendado la recepcionista del hotel y en el que disfrutamos de una cena rica, rica, rica, presidida por la bisteca a la fiorentina y un sabroso vino Sangiovese, de la Toscana. Un lugar encantador en el que nos dimos otro de nuestros "homenajes gastronómicos de las vacaciones".

Aunque el día había sido largo y estábamos cansados, una cena como aquella bien merecía darse un paseo por las inmediaciones antes de irnos a descansar. Y nos encontramos con la espectacularidad del Duomo y el Campanile iluminados.



Encontrándonos la Puerta del Paraíso sin nadie ante ella, le dije a Marián que mi hiciese esta foto con el móvil.
Los comercios de Florencia están montados con el mismo cuidado y gusto que el conjunto de la ciudad. Esas manzanitas son de mazapán.

Segundo día en Florencia (17/10/13).- 

Después de darle muchas vueltas, decidimos sacrificar algunas de las visitas que teníamos previstas el segundo día en Florencia para poder hacer una escapada a Pisa y ver su famosa torre inclinada. Un debate estéril, pues ante la imposibilidad de verlo todo, sea cual sea la decisión que tomes nada de lo que veas te va a decepcionar.

Así que empezamos el día viendo la iglesia de San Lorenzo, que nos cogía de camino hacia la Galería de la Academia para la que habíamos sacado las entradas con antelación y teníamos hora fijada.

El interior de esta iglesia es precioso, pero no tuvimos ocasión de hacer fotografías.
Aquí Marián posa ante la Galleria dell'Accademia, el museo de arte por antonomasia de Florencia.
En el interior de la Academia tampoco se pueden hacer fotos, aunque me atreví a sacar estos dos "robados" con el móvil del impresionante David de Miguel Angel.

De camino a la estación para tomar el tren hacia Pisa, hicimos un alto para conocer este mercado de abastos que, como todo en Florencia, está montado con un gusto exquisito.

Escapada a Pisa (17/10/13).- Llegamos a Pisa a eso del mediodía. Nuestro destino era la piazza de Miracoli o plaza de los Milagros, donde se encuentra el Duomo de Pisa y el célebre Campanile o Torre Inclinada, pero hasta allí iríamos andando, dando un paseo para comer y ver algunas cosas de interés que nos encontraríamos al paso.


El puente Mezzo nos ofreció esta vista del Arno a su paso por Pisa.
Y uno de esos lugares que queríamos conocer en nuestro paseo por Pisa era la Plaza de los Caballeros.
Marián ante la iglesia de San Esteban de los Caballeros.
En esta plaza se encuentra también el Palacio del Orologio. En primer plano la estatua de Cosimo I, un Medici algo tirano pero que aumentó el esplendor de la Toscana durante su gobierno.

Esta es una foto de la primera vez que vimos la Torre Inclinada.
Su inclinación impresiona realmente cuando te encuentras ante ella.
Foto obligada para todo el que visita la "Torre Pendente" de Pisa.
Hay que reconocer que Marián tuvo más gracia y credibilidad que yo al "sujetar" la torre.



Unas fotos del vistoso Baptisterio del conjunto catedralicio de Pisa.


A diferencia de los entornos artísticos e históricos en que suelen encontrarse estas edificaciones, el Duomo, Campanile y Baptisterio de Pisa están rodeados por unas inmensas praderas de césped que nos ofrecen una estampa nada habitual.





La torre está espléndida tras la restauración de la que ha sido objeto no hace mucho.
De nuevo en Florencia.- Aunque se nos quedaban muchas cosas por ver en Pisa, la tarde empezaba a caer y decidimos tomar un autobús para ir directamente a la estación y regresar a Florencia. En Florencia también tendríamos que renunciar a algunas de las visitas que teníamos pensadas, entre ellas, la piazzale Michelangelo, por las vistas que ofrece de la ciudad, y la Basílica de la Santa Croce, por ser la iglesia más grande de los PP. Franciscanos y las obras artísticas que contiene. Sí nos quedaban por hacer dos cosas, de obligado cumplimiento para Marián, en Florencia: sobarle el hocico al célebre Porcellino y colgar un candado en el puente Vecchio.

Decidimos adelantar el horario de la cena, adaptándonos a la costumbre de muchos países europeos, y alargar la noche para poder pasear de nuevo por el casco histórico de Florencia sin prisas, para ir a cumplir los ritos apuntados y disfrutar por segunda y última vez de la noche de la ciudad.

No quisimos correr riesgos y volvimos a La Fontecine para darnos un nuevo homenaje gastronómico. Una cena riquísima en la que cambiamos la carne y las verduras por la pasta y el embutido, mientras que repetimos vino de la Toscana, aunque de otra marca... y postre... y capuchino... y chupito. ¡Hummmm!


Fuente del Porcellino. Dicen que si le acaricias el morro a este jabalí tendrás fortuna o volverás a Florencia.
Yo no creo nada en esas cosas, pero por si acaso...
Al cumplir la segunda tradición, la de engarzar un candado al puente Vecchio, Marián y yo nos asegurábamos la perdurabilidad de nuestro amor vivamos los años que vivamos.
"Ese de ahí es el nuestro".
De regreso al hotel nos pasamos otra vez por la plaza de la Signoría, de la que os dejamos unas fotos nocturnas de la fachada del Palacio Vecchio y de la Fuente de Neptuno.


Luego, sin prisas y buscando alguna ruta alternativa, alguna calle nueva por la que no habíamos pasado antes, regresamos al hotel, plenamente satisfechos de nuestra estancia en Florencia, para hacer las maletas y descansar; porque al día siguiente nos esperaba nuestro último destino de aquel viaje: Venecia.

Un día en Venecia (18/10/13).-

La monumentalidad y la historia son a Roma y la elegancia y el buen gusto son a Florencia lo que la singularidad y el embrujo son a Venecia: una de las características que mejor la definen. Venecia te sorprende aunque sepas de qué va la cosa, aunque sepas más o menos lo que te vas a encontrar. Esto pasa con todos los lugares que se visitan, ya que la experiencia en vivo está cargada de multitud de sensaciones y circunstancias que siempre superarán a tu imaginación.

Llegábamos a Venecia con ilusión aunque, hay que reconocerlo, saturados de tanto arte y belleza como habíamos disfrutado en los seis días anteriores. Esto unido a la circunstancia de que nuestra estancia en la ciudad iba a ser de un día escaso nos llevó a tomar la decisión de dejar a un lado la entrada a museos, templos y demás edificios de interés y nos dedicaríamos a disfrutar más de sus calles, de sus canales y de las singulares estampas exteriores que ofrece al turista la capital del Véneto.


Marián y yo nada más apearnos del "Frecciargento" en la estación veneciana de Santa Lucía.
Después de instalarnos en el hotel nos echamos a la calle para conocer la ciudad.
Y, ¿cómo no?, lo que nos encontramos fue una sucesión de callejuelas y canales que nos dejaron impresionados.


Venecia esta compuesta por algo más de cien islas, unidas por 419 puentes, dicho de memoria.
Pronto llegamos a uno de los lugares más emblemáticos de Venecia: la plaza de San Marcos, presidida por su Campanile de ladrillo.


En la plaza de San Marcos se encuentran tres mástiles como el que aparece en esta foto, que simboliza los tres estados que Venecia conquistó cuando era una República poderosa.
En esta foto estoy ante la torre del reloj de San Marcos.
Sobre estas dos columnas hay una curiosa leyenda según la cual entre ellas, y por una gracia que el Doge concedió a quien consiguió levantarlas, se permitía jugar los sábados por la mañana a los dados, juego que estaba prohibido en Venecia.
Cúpulas de estilo bizantino de la basílica de San Marcos.
Nuestro paseo continuó por la Laguna de Venecia, para seguir disfrutando de las singularidades de esta ciudad bañada por el Adriático.


Santa María Della Salute vista desde la laguna.

Toda ciudad que se entrega al cosmopolitismo o alcanza fama por sus valores turísticos se ve obligada a sacrificar algo importante de sí misma, incluso de sus principales señas de identidad. En Venecia el gran sacrificado es el romanticismo que la ciudad evoca en la distancia. Venecia lo ofrece a pesar de todo y resulta fácil imaginar lo diferente que sería un paseo por sus estrechas y curiosas calles y canales si la ciudad sólo estuviese poblada por sus moradores. Pero desgraciadamente los turistas hemos hecho que la realidad diste mucho de esa propuesta latente de romanticismo que la ciudad pretende conservar a pesar de todo. 
Después de un agradable paseo por la laguna nos dirigimos hacia el puente de Los Suspiros. El edificio de la izquierda es el Palacio Ducal y el de la derecha la prisión. La denominación le viene según la historia por los suspiros que los rayos de sol que se filtraban por sus pequeñas celosías hacían expeler a los condenados cuando lo cruzaban para ser conducidos a las mazmorras, pues sabían que sería la última vez que verían la luz del día.
Después del mal rollo que me dejó lo del puente de los Suspiros nos fuimos adentrando y perdiendo por los callejones y canales de Venecia para dejarnos asombrar incondicionalmente por todo lo que nos fuésemos encontrando a nuestro paso.
Por cierto, la foto no está torcida, que la del fondo también es una torre inclinada.
En Venecia está completamente prohibido el tráfico rodado, incluso el de bicicletas.



Esta iglesia es la de San Zulián. Además de guardar valiosas obras de arte colgadas de sus paredes tiene una curiosa leyenda sobre el egocentrismo de Tommaso Rangone, el benefactor que la financió.
Al final aparecimos donde queríamos aparecer: en el puente de Rialto, otra estampa clásica veneciana que congrega a multitud de turistas, como éramos nosotros.

Cruzamos el puente para conocer la Venecia del otro lado del Gran Canal y ver un plano del puente sin publicidad.
San Giacono di Rialto. Llama la atención el reloj de su campanario, que es de 24 horas y no de 12, como todos. Parece ser que dejaron de usarlo porque a partir de la tarde, cuando ya eran muchas las campanadas que tenía que dar, la gente perdía la cuenta de la hora que era.
Cuando volvíamos para el hotel el sol empezaba a ponerse sobre el Gran Canal, así que nos paramos un ratito para contemplar el atardecer desde el puente de Rialto y sacar algunas instantáneas.
Paseando, ya por la noche, en un callejón, nos encontramos este San Antonio ante el que Marián quiso que le hiciese una foto.

Cenamos en la calle una riquísima pizza al corte, de las más buenas de las varias que probamos en Italia. Después partiendo otra vez del puente de Rialto, cuya estampa queríamos ver de noche, iniciamos nuestro tercer paseo para conocer otros sestieri o barrios de Venecia.








A este simpático gondolero no le importó posar con Marián para nuestro archivo fotográfico del viaje.
El Gran Café Quadri es uno de los más emblemáticos de la plaza de San Marcos. En él, como en otros de la plaza, se puede disfrutar de actuaciones en directo de música, interpretada por auténticas miniorquestas de intemperie, con sus músicos de pajarita y su piano de cola y todo. Aquí poníamos punto y final a nuestra estancia en Venecia y a nuestro viaje a Italia.
Y esta foto realizada desde la habitación del hotel es la última de las más de 1.300 que realicé con mi Canon durante nuestro viaje a Italia.

Y vuelta a casa (19/10/13).-

Aunque nuestro avión no partía de Treviso hasta el mediodía, por ser sábado tuvimos que tomar el Vapporeto a las 6 de la mañana. Un madrugón no previsto pero que nos regaló un paseo por el Gran Canal cubierto por la niebla. Las fotos están hechas con el móvil por lo que no son muy buenas, pero la experiencia fue curiosa y sugestiva.
El Boing 737 de Ryanair sobrevolando los Alpes Marítimos, cuando nos traía de Venecia a Barcelona.
Y aquí una vista de Sant Feliu de Gíxols. Aunque aún nos separaban más de mil kilómetros de casa, que recorreríamos en un tren AVE, el verme ya de nuevo en territorio español me agradó y me emocionó, y me hizo sentirme pletórico de alegría y satisfacción.

Y aquí tenéis el enlace al reportaje meramente fotográfico de nuestra estancia en Florencia, Pisa y Venecia publicado en Flickr, con algunas fotos diferentes a las de esta galería, pero en todo caso con más resolución y calidad que las publicadas aquí:



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